El día 1° de Febrero, la Marcha del Agua partió de Cajamarca, Perú, rumbo a la capital, Lima. Cerca de 200 personas acompañaron la marcha, que durará nueve días. Se espera que hoy otras dos mil personas se integren a la actividad que pide: la protección de las lagunas que serán afectadas por el proyecto Conga (de explotación de oro y cobre), la prohibición del uso de cianuro y mercurio en la minería, el fin de las actividades mineras en las cabeceras de cuencas y zonas de recarga hídrica, la declaración de que Conga es inviable y el reconocimiento del agua como derecho humano.
Un grupo formado por más de 30 investigadores, estudiosos e integrantes de movimientos sociales de Suecia, España, Brasil, Australia, Chile, México, entre otros países, formó una Misión de Observadores Internacionales con el objetivo de realizar el seguimiento de la Gran Marcha Nacional del Agua, que comenzó ayer (1º), en Cajamarca, Perú.
La Misión, liderada por Pedro Arrojo, Doctor en Ciencias Físicas de la Universidad de Zaragoza (España) y profesor emérito del Departamento de Análisis Económicos de la misma institución, observará de manera independiente las razones que motivan los conflictos abiertos en Perú e informará sobre el desenvolvimiento de la Marcha.
Se creó un blog (http://observacionenperu.blogspot.com/) para enviar las informaciones que la Misión recogerá durante los días de acompañamiento. En él, se postearán informes parciales y, posteriormente, un informe final orientado a todas las organizaciones, entidades y medios de comunicación internacionales vinculados con la Misión de Observadores.
La intención no es tomar partido por ninguna de las partes involucradas en los conflictos peruanos, sino simplemente seguir a los manifestantes e informar objetivamente, como observadores, sobre "los argumentos y razones que motivan los conflictos y sobre la evolución de la Marcha en sí misma, con especial atención a todo lo que se refiere al obligado respeto a los derechos humanos y democráticos", aclaran.
Los observadores reconocen la existencia de los diversos conflictos en Perú -generados por la disputa por ríos, lagos y acuíferos- que afectan la vida de varias comunidades. Partiendo de esto, defienden que "reconocer estos problemas y el dolor que causan, directa o indirectamente, sobre millones de personas, en el marco de una Crisis Global del Agua sin precedentes, es el primer paso para abrir los debates y diálogos que nos deben llevar a soluciones inclusivas, efectivas, justas y sustentables".
Si por un lado las multinacionales luchan por el derecho a explotar el agua para beneficiar a la minería, por el otro las poblaciones reclaman sus derechos básicos, como el derecho humano al agua potable y al saneamiento, reconocidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas como esenciales para la existencia humana. Este derecho se relaciona estrechamente con otros, que también terminan siendo violados, como el derecho a vivir en paz en sus territorios, respetando sus tradiciones, culturas y formas de vida.
Fuente: Adital