Los religiosos escribieron que les preocupan las amenazas que sufre la región por proyectos mineros, hidroeléctricos, acuíferos, forestales y de basureros nucleares "que herirían grave e irreversiblemente la naturaleza y la vida humana de esta reserva de vida del planeta".
Asimismo, solicitaron que en la agenda de la Cumbre de Copenhague sobre el clima, que se realizará entre el 7 y el 18 diciembre, se incluya en los debates el tema del agua, y que se le dé una importancia relevante en los tratados post Kioto (2012).
Argumentaron que el agua dulce es un "elemento vital insustituible, don de Dios, derecho humano, patrimonio común de la humanidad, que debe ser motivo de solidaridad, justicia y equidad entre los pueblos".
Además, solicitaron que se promueva en todos los países la gestión del agua con participación del sector público, del sector privado y de las comunidades y organismos locales, considerando a las cuencas hidrográficas, los glaciares y las aguas subterráneas como bienes comunes.
"Ayudaremos a tomar conciencia para que el Agua no llegue a ser el símbolo y el medio de nuevas colonizaciones y esclavitudes del siglo XXI", afirmaron los religiosos en la carta.
El texto está firmado por Luis Infanti, obispo vicario apostólico de Aysén y Bernardo Bastres, obispo de Punta Arenas, ambos de Chile.
Desde Argentina firmaron Marcelo Melani, obispo de Neuquén, Néstor Hugo Navarro, obispo de Alto Valle; José Pedro Pozzi, obispo emérito de Alto Valle, Esteban Laxague, obispo de Viedma, Fernando Maletti, obispo de San Carlos de Bariloche; José Slaby, obispo prelado de Esquel; Virginio Bressanelli, obispo de Comodoro Rivadavia; y Juan Carlos Romanin, obispo de Río Gallegos.
Fuente: La Nación. Ver Nota Completa