Durante el mes de noviembre los movimientos de vivienda de la ciudad de São Paulo realizaron cinco ocupaciones y un campamento de protesta que duró 19 días. Cerca de tres mil personas miembros de la Unión de Movimientos de Vivienda y del Frente de Lucha por la Vivienda tomaron parte en dichas acciones.
Representantes de estas organizaciones populares han catalogado dichas presiones como un gran triunfo, ya que en la recién concluida Conferencia de las Ciudades se pudieron plasmar varias de las reivindicaciones planteadas por ellos. Según la Unión de Movimientos de Vivienda, además de los avances en relación a inversiones, los movimientos populares consiguieron aumentar su representación en la composición del Consejo de las Ciudades (ahora tendrán 23 representantes). Además, aseguró que otro gran triunfo es haber sido recibidos por el Ministro de las Ciudades, quien les garantizó que mediará en el diálogo con el Prefecto y el Gobernador de São Paulo.
Sin embrago, contrario a estas buenas noticias generadas desde Brasilia, en São Paulo las cosas no van bien. La Prefectura local se sigue negando al diálogo, no se sabe donde están los recursos para programas habitacionales, los proyectos de construcción de viviendas de interés social y de autogestión han sido suspendidos, así como distintos subsidios en la materia.
Ante este escenario nada alentador, otro representante de la Unión de Movimientos de Vivienda afirmó: “Pienso que esta omisión va a continuar, porque hay una política deliberada de acabar con estos instrumentos. Si eso sucede, pueden tener la certeza de que va a haber muchas ocupaciones el próximo año”.
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