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México. Ventas por 10 mil mdd al año. Agua Embotellada: 'marketing' y negocio


 

De acuerdo con investigaciones, el consumo de agua embotellada en México fue impuesto por empresas trasnacionales en razón de las exorbitantes ganancias que obtienen en un mercado mal regulado.

  • El consumo de agua embotellada se va imponiendo en México y en el mundo más por interés comercial de empresas transnacionales que por cuestiones de salud, puesto que muchas de las marcas ni siquiera pasan las pruebas de laboratorio; sin embargo, inundan las tiendas y centros comerciales de renombre.

"Es un negocio que en 2011 dejó en México ingresos por más de 10 mil millones de dólares a las compañías trasnacionales que se apoderaron del mercado nacional", sostiene la investigadora Delia Montero, profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (UAM-I).

En la lista de las 20 naciones con mayor consumo anual por persona de agua embotellada de 2010, México encabezó el grupo con 243.6 litros; le siguió Italia, con 186.6; después Emiratos Árabes Unidos con 153.5; Bélgica-Luxemburgo con 148.3, y Alemania, con 134 litros per cápita.

Afirma la doctora Montero que el mercado mexicano del agua embotellada representa 13 por ciento del total mundial. Y, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) -el organismo regulador en México- el precio promedio de mil litros de agua de la llave es de 25 pesos; mientras que ese millar de litros embotellados se elevan en promedio a seis mil 500 pesos.

El del agua, dice la doctora Montero, es un negocio muy redituable. "En 2011, las grandes transnacionales lograron ingresos por más de 10 mil millones de dólares. En una década duplicaron su facturación. Danone (Bonafont), es la que domina el mercado, con 38 por ciento del consumo total. Le sigue Coca Cola (Ciel) con 25 por ciento, y Pepsi (E-pura) con 19 por ciento; otras marcas (Nestlé entre ellas) tienen 18 por ciento del mercado".

Delia Montero es doctora en Economía, especializada en el estudio del uso comercial e industrial del agua, y ha dado seguimiento durante muchos años a todo este proceso de invasión de las grandes firmas internacionales que se apoderaron de sus competidoras locales y han convertido el consumo de agua potable embotellada en un lujo innecesario, porque les representa un atractivo negocio; para ello han recurrido a exitosas campañas de mercadotecnia y publicidad a través de la televisión, el cine, la radio, los diarios, las revistas, y ahora también en internet, mediante los que tratan de hacer creer a los consumidores que ganarán salud y belleza sólo con beber determinada marca.

El comercio del agua opera con escasa supervisión de autoridades. "Se supone que debe ser un mercado regulado y no es así. Se desconocen muchos de sus procedimientos de purificación, de sus fuentes de aprovisionamiento -si son pozos propios o la obtienen de las tuberías municipales-, de sus análisis de laboratorio y, en general, se desconocen sus convenios respectivos. No informan claramente al consumidor la fecha de caducidad, porque aunque sea líquido especialmente tratado para el consumo humano, también caduca al estar embotellado en material plástico (PET), que produce gérmenes luego de cierto periodo".

La investigadora es tajante cuando dice: "Es mentira que estas empresas extraen sus aguas de manantiales con altos grados de pureza. Esta publicidad la importaron de Francia. Allá inició esta moda, donde sí es norma que el agua se embotelle tal como sale de los manantiales que se producen por los deshielos de los montes nevados".

La doctora Montero sabe de lo que habla, ya que pasó cinco años en Francia, donde realizó su maestría y doctorado. Para ella, el agua de la Ciudad de México se podría beber sin problema. Comenta: "Hicimos una investigación -que todavía no concluye- como parte de un proyecto con participación de alumnos, a quienes solicitamos aportar muestras de agua de sus localidades. Al analizarlas obtuvimos que el agua de la tubería es confiable y se puede consumir tal cual, sin mayores riesgos, pues no contiene residuos fecales y se ajusta a la norma -con excepción de la zona de Iztapalapa, donde llega a estar contaminada porque debido a la escasez se perforan fuentes a mucha profundidad para obtener el líquido, y por lo mismo contiene minerales que pueden ser dañinos para el consumo humano".

La profesora Montero señala que no solo en México se ha impuesto esta moda de consumir agua embotellada, sino que el poder de marketing de las empresas logra ser tan fuerte que en países donde la calidad del agua es muy alta, también se ha elevado fuertemente el consumo de agua embotellada. "En Canadá el agua es de excelente calidad y de todos modos el consumo del producto se ha incrementado de manera muy importante. Las transnacionales han logrado imponerse. Ahí Danone tiene un mercado muy amplio, sobre todo en Quebec. Es el poder de la publicidad".

Aunque esta moda es casi global, hay países que están vacunados -advierte la doctora Montero-, como Japón, donde se consume muy poca.

El origen del incremento en el consumo de agua embotellada en la Ciudad de México, comenta la doctora Montero, se ubica después de los sismos de 1985, cuando por rotura de ductos se mezclaron las aguas negras y la potable y eso causó desconfianza entre la población.

Es entonces cuando las grandes empresas entran al mercado no solo en la capital del país, sino a escala nacional: "tanto las transnacionales especializadas en el servicio como las empresas refresqueras que decidieron aprovechar la coyuntura y lanzaron sus marcas de agua embotellada. Pepsi y Coca Cola entran en el negocio del agua hasta la décadas de los noventa. Nestlé hizo lo mismo, primero en alianza con Pepsi como distribuidor".

En México -abunda- hay arreglos no muy claros entre las empresas y los gobiernos municipales. "El estado no nos da certeza. Las empresas tienen concesiones para extraer el agua hasta ciertos límites, pero si se miran las cifras cada vez aumentan su producción, entonces están actuando contra las reservas de un bien natural. ¿Qué hacen? De algún lugar sacan el líquido".

En Francia -abunda la investigadora- son concesionarios los que brindan el servicio y en el recibo del agua incluyen el indicador de calidad. La autoridad, cada dos años, pregunta al consumidor y le pide votar para seguir como están o cambiar de proveedores. "En la Unión Europea el tema del agua está muy regulado. En calidad no hay diferencia".

La doctora Montero estima que una familia promedio gasta 240 pesos de agua embotellada al mes. "Le resulta mucho más caro que consumirla de la tubería. En una encuesta que hicimos la UAM-I y el Instituto de Ciencia y Tecnología del DF, con 70 preguntas, la gente dijo que estaría dispuesta a pagar más impuesto con tal de que le dieran agua de calidad, y no tener que comprarla embotellada".

http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/9fddaf82c2070764965d3420fe11818a





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