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México

Arquitecto Mexicano premiado por su trabajo en comunidades indígenas.


El viernes 25 de enero, el arquitecto mexicano Oscar Hagerman (amigo de HIC) recibió uno de los premios que otorga anualmente el Fondo Príncipe Claus de Holanda.

 

Este año el premio se enfocó al tema “cultura y conflicto???, considerando que en el encuentro cultural “las personas y comunidades pueden conocer alternativas, interrogar sus valores, estimular respeto, superar prejuicios, contrarrestar la injusticia y resolver conflictos???.

 

Oscar Hagerman trabaja desde hace varios años en comunidades indígenas, proyectando y construyendo con y al ritmo lento de la gente del campo, casas, cobijos, escuelas, clínicas, puentes, muebles y otros objetos cotidianos.

 

HIC-AL quiere compartir con sus miembros y amigos algunas de las palabras pronunciadas por Oscar Hagerman al recibir el premio. Son palabras que nos llevan a la reflexión y nos invitan a trabajar con mayor modestia y respeto al lado de la gente.

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Palabra de Oscar Hagerman al recibir el Premio

 

“Creo que he sido un arquitecto muy afortunado, he trabajado con gente maravillosa, en lugares hermosísimos, recuerdo con mucho cariño cada proyecto que hice, y de alguna manera, creo que mi trabajo ha sido útil para mucha gente.

 

He tratado de hacer las cosas más fáciles, he tratado de hacer las cosas como las personas lo saben hacer, ellos son los que me enseñaron a hacerlas, de ellos aprendí como construyen hoy en el campo con los pocos recursos que cuentan; ellos me enseñaron como hacer un muro de tierra compactada, los techos de palma y como se resuelve una estructura de madera a cuatro aguas con techos ligeros de lámina y un tapanco de madera, también me enseñaron a fabricar los bloques de cemento en el lugar, con un pequeño molde de metal, pero también aprendí de ellos a hacer adobes resistentes mezclando arcilla y arena en proporciones adecuadas.

 

De los nahuatls aprendí como se construyen los temascales, los huicholes me enseñaron a organizar las viviendas alrededor de una Tacua o pequeña plaza, los tzeltales me enseñaron que el techo de cuatro aguas es para las personas y el techo de dos es para las vacas.

 

También vi cómo los abuelos sueñan los nombres de los nietos, y aprendí a alegrarme con la lluvia que hace crecer el maíz y a sentarme con las familias a comer tortillas de milpa después de un día de trabajo. En las comunidades vi cómo cuidan de su pueblo haciendo trabajo comunitario, y también me enseñaron a juntar las piedras para una cimentación pidiendo a cada familia que recolectaran 50 piedras y las llevaran en burro a la obra.

 

Pero también vi lo que es vivir al día, la angustia frente a la enfermedad sin posibilidad de medicina, el frío dentro de las casas, la desnutrición, las largas separaciones de la familia cuando salen a buscar trabajo lejos y muchas tristezas más.

 

Cuando uno hace la arquitectura como ellos la saben hacer, las construcciones se funden con el pueblo y armonizan con las personas y su cultura, con lo que ellos son, se vuelven parte de su mundo, y ellos se apropian de ellas.

 

Si por el contrario, tratamos de imponer un modo de vida ajeno, cuando queremos que otros vivan como nosotros, con nuestros valores…entonces aparecen los conflictos.

 

Hoy en día creo que más que nunca tenemos que educarnos en la tolerancia; las nuevas generaciones tendrán que aprender con personas que tengan un modo de vida diferente, que crean en otras cosas, debemos aprender a tolerar y exigir que los demás respeten nuestra manera de vivir (por supuesto sin hacer daño a otros), debemos aprender a solucionar conflictos antes que nuestro corazón se llene de odio. Tenemos que aprender a que todos somos hermanos en este pequeño planeta, que todos tenemos derecho la vida con dignidad.

 

Creo que una sociedad nueva y moderna, no necesariamente es la que hace edificios espectaculares, una sociedad progresista será la que aprenda a que vivan dignamente todas las personas que la componen, respetando a todos los seres humanos. Creo que para lograr esto debemos aprender a trabajar juntos con una mente abierta, tolerante y humana.

 

Para terminar quiero leer algo que hace muchos años, cuando Marianita Yampolsky y yo hacíamos una investigación sobre vivienda rural en la república mexicana, nos dijo una señora de Guerrero: “Yo me siento a gusto con todo, el corredor lo usamos aquí para estar aquí en la sombrita, en donde pega el aire. Por que uno va haciendo las cosas conforme uno va pudiendo, que un baño primero, que un cuartito después. A lo mejor cuando mi hijo crezca hacemos muchas mejoras???.

 

Creo que debemos enseñar a nuestros hijos y a las nuevas generaciones a vivir con la esperanza de que entre todos podemos mejorar este mundo.???

 Oscar Hagerman enero 2008.




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