La Jornada
Una de cada 10 casas financiadas por el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), en la presente administración, se encuentran abandonadas y están localizadas principalmente en los estados norteños del país, donde prevalecen altos índices de violencia, revelan informes oficiales.
De aproximadamente 2 millones de créditos que ha otorgado el Infonavit -la mayor hipotecaria social de Latinoamérica- entre 2006 y 2010, alrededor de 20 por ciento (unas 400 mil viviendas) han sido para casas que no son habitadas, y de éstas, aproximadamente la mitad están abandonadas, por factores como la inseguridad, entre otros.
Recientemente, el diputado Enrique Torres, del PAN, advirtió que las viviendas abandonadas son un foco de insalubridad en las manchas urbanas, y son el lugar propicio para actos vandálicos, para personas adictas a alguna droga y reuniones de pandilleros.
El Censo de Población 2010 reveló que la vivienda deshabitada en el país, que si bien se mantiene en la misma proporción de los hogares que había en 2005, se incrementó en términos absolutos en aproximadamente 700 mil.
Análisis de la Subcomisión de Vivienda Abandonada de la Cámara de Diputados señala que en conjunto, de las viviendas financiadas por organismos sociales como Infonavit, Fovissste, Fonhapo y Conavi, en total existen 4 millones 997 mil 806 casas deshabitadas en el país.
Por su parte, la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) precisa que hasta 2010 existían 35.6 millones de viviendas, de las cuales 28.6 millones están habitadas y 4.9 millones deshabitadas, que representan 14 por ciento. De este total las viviendas abandonadas se ubican en los estados de Chihuahua, Baja California, Tamaulipas, Zacatecas, Durango, Hidalgo, Michoacán, Quintana Roo, Nayarit y Guerrero.
Por su parte, estudios del Infonavit señalan que otros factores que influyen para el abandono de viviendas es la adquisición no asociada a una necesidad sino por argumentos como por no perder el derecho a crédito, como inversión o la voy a rentar.
También, por la pérdida de empleo, particularmente en los segmentos de menores ingresos; la ubicación lejana con relación a los centros de trabajo y la baja calidad o inexistencia de los servicios públicos, el incremento en las mensualidades, que ocasiona que el crédito sea incluso más caro que el que ofrece la banca, y la crisis financiera mundial, acentuada por la violencia que ocasionó el cierre de maquiladoras en la frontera norte del país.
Pese a que el Infonavit es la hipotecaria social de los trabajadores, este instituto ha incumplido su mandato de proporcionar vivienda digna y accesible a sus derechohabientes. Un ejercicio conocido como corrida financiera demuestra que, antes de las últimas modificaciones efectuadas a la ley a finales de 2011 y que aún no se publican en el Diario Oficial de la Federación (DOF), era más costoso para un trabajador con percepciones de hasta cuatro salarios mínimos contratar un crédito con el Infonavit que con la banca privada.
Adicionalmente, los créditos para la compra de vivienda no son suficientes para que un trabajador tenga una casa con la superficie mínima habitable de acuerdo con las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas en su programa Hábitat.