En el libro "Hábitat Popular. Encuentro de saberes", del arquitecto argentino Guillermo Marzioni, se identifican y desarrollan los espacios, modos de coincidencia y aporte recíproco entre los procedimientos de intervención en el hábitat popular (particularmente en el mejoramiento habitacional de los asentamientos espontáneos) y los postulados y métodos de la Educación Popular, según la concepción de Paulo Freire.
Los objetivos de este trabajo, planteados en la introducción del texto, son:
- Identificar conceptos sobre producción social del hábitat y sobre Educación Popular, las interacciones entre estos dos campos y las claves que surgen de esta interacción.
- Analizar si en la aplicación de proyectos de mejoramiento del hábitat en asentamientos espontáneos se producen procesos de Educación Popular.
- Hacer explícitas y sistematizar las líneas de interrelación e influencia entre los criterios de Educación Popular y los procesos de mejoramiento del hábitat.
El documento se divide en tres partes. En la primera, se realiza un repaso bibliográfico de los dos temas que se abordan: la Educación Popular y el Hábitat por separado; en la Parte II, que consta de tres capítulos, la metodología se construye con herramientas que permiten desarrollar el entrelace temático de la Tesis; y finalmente, en la última parte, se plantea una síntesis de las coincidencias sobre el cruce temático y se expresan los aprendizajes de los capítulos anteriores, dejando algunas líneas abiertas a nuevos estudios.
El siguiente texto fue escrito por Enrique Ortiz Flores, de HIC-AL, como prólogo para el libro:
Se nos impone un mundo regido por el individualismo, la ambición desmedida, la obsesión por lo económico y el lucro; controlado bajo el imperio de corporaciones y tecnoburocacias que operan cada vez más lejos de los hombres y mujeres con rostro, de sus sueños y aspiraciones, y de sus diversas expresiones culturales y de vida. Se homogeneiza el mundo para controlarlo y para facilitar la acumulación de poder económico y político en cada día menos manos.
Se expropian, se menosprecian e incluso se impide la utilización de los saberes acumulados por los pueblos; se combaten y cancelan los colectivos autónomos de producción y los de gestión de los bienes comunes como el suelo, el agua, los bosques; se reduce a la pasivi- dad a grandes masas de la población al impedir o inviabilizar su participación en la producción autónoma de bienes y servicios, entre ellos su propia casa; se imponen desplazamientos y desalojos forzados tanto en el campo como en las ciudades, en favor de macroproyectos y monocultivos; se ocupan y destruyen los lugares sagrados de los pueblos originarios, todo ello bajo el argumento de contribuir a la modernización, la prosperidad y el desarrollo.
En el campo del hábitat, la vivienda convertida en mercancía y nuestras ciudades en paraíso de los negocios inmobiliarios sustentados en los enormes montos de capital especulativo y de origen ilícito que circulan hoy en el mundo, contribuyeron a impulsar las recientes crisis financieras de Estados Unidos y de España. Esto aunado al abandono de la planeación con visión de largo plazo está atrás de las grandes contradicciones urbanas que hoy se viven. Así, por citar solo algunas, se está dando, en muchas de las ciudades latinoamericanas, una acelerada expansión territorial de carácter especulativo sin relación alguna con el crecimiento real de la población y de las actividades productivas; se apoya la producción mercantil masiva de microviviendas y se imponen límites e incluso se criminalizan las iniciativas habitacionales de quienes defienden aún su voluntad de decidir sobre su hábitat y de aquellos que, por su pobreza, no acceden a la oferta del mercado; se realizan grandes emprendimientos inmobiliarios –“para mejorar la calidad de vida” en las ciudades– a costa del desalojo forzado de habitantes con muchos años de arraigo y sin posibilidades de acceder a las nuevas viviendas producidas. La producción masiva de vivienda mercancía en varios países de América Latina, basada en la experiencia chilena –nacida, hay que recordarlo, durante la dictadura de Pinochet– ha generado no solo desarraigos y pérdida de identidad de sus habitantes sino condiciones que propician el deterioro del tejido social, el vandalismo y la violencia.
La mercantilización de los bienes comunes limitados como la tierra, el agua e incluso el aire, y la velocidad e irresponsabilidad con la que se dispone de ellos y de otros recursos renovables y no renovables, no solo limitan su accesibilidad a grandes masas de la población sino que están depredando a pasos acelerados la naturaleza y poniendo en entredicho el futuro mismo de la vida en el planeta.
Los impactos sociales y ambientales de las situaciones y hechos esbozados, se reflejan en el conjunto de crisis que interactúan y se sinergizan en el momento actual hasta conformar una crisis sistémica y civilizatoria.
Esto abre condiciones y nuevas perspectivas para el desarrollo de una conciencia planetaria que nos obligue a repensar profundamente lo que venimos haciendo de nuestro mundo.
El desarrollo a futuro, si aún queremos utilizar esta palabra, tendrá necesariamente que entenderse no ya como crecimiento económico y tecnológico ilimitado sino en términos de avanzar hacía la creación de condiciones capaces de generar un mundo más justo, solidario, convivencial, fraterno y viable en el largo plazo, lo que nos obliga a actuar con respeto a la dignidad humana y en sintonía con los ritmos de la naturaleza.
El movimiento europeo denominado Decrecimiento y el Sumak Kawsay –Buen Vivir– que nos proponen las culturas originarias andinas y miles de pequeñas experiencias transformadoras que se vienen realizando desde hace ya más de 50 años en América Latina y otras regiones, alimentan el surgimiento de esa nueva conciencia que, sustentada en el conocimiento, la reflexión y, sobre todo, en realizaciones concretas, va construyendo el peso específico necesario para avanzar hacia estadios más altos de progreso humano.
Es en esta perspectiva en la que hay que ubicar el trabajo de Guillermo Marzioni que se recoge en este libro. Su propuesta no sólo resulta pertinente sino que es fundamental si queremos que nuestra labor en el campo del hábitat alcance a ser transformadora en un contexto en el que todo pareciera estar en contra.
Rescatar hoy las enseñanzas de Paulo Freire, cuando todo se mueve por modas y es desechable, muestra la vigencia del pensamiento y la metodología de este autor y la necesidad urgente de vincularlos a los procesos sociales de mejoramiento, producción y gestión participati- va del hábitat popular que buscan apartarse del sistema vigente.
El análisis comparativo que desde este punto de vista realiza Guillermo Marzioni sobre los planteamientos que gestaron la conceptuali- zación y la práctica de la educación popular y del hábitat autogestionario en la región latinoamericana, y las exigencias de vincular hoy con mayor fuerza ambos procesos, muestran la perti- nencia de su trabajo. Este es ya un primer plano del encuentro de saberes que da título a su libro. Aunque limita sus reflexiones y aná- lisis a los procesos de mejoramiento del hábitat popular, esto es del que ha sido autoproducido por los pobladores pobres de nuestras ciudades, su propuesta se proyecta necesariamente a la diversidad de modalidades y variantes que hoy conforman lo que entendemos por producción social del hábitat.
En cualquiera de estas en la que se trabaje es fundamental, desde la gestación misma de los proyectos, incorporar la participación de los futuros habitantes, al más alto nivel de decisión y control posible, en las diversas fases del proceso habitacional.
Así, en los casos más complejos, la metodología de Freire, aplicada a las etapas de integración y organización del grupo participante, planeación y diseño participativos, edificación, determinación de los criterios de adjudicación individual y los de uso y gestión del conjunto de viviendas y equipamientos producidos, resulta fundamental en la construcción de tejido social, de sujetos sociales activos y res- ponsables y de bases sólidas para la convivencia.
La metodología de educación popular, como lo señala acertadamente el texto, construye ciudadanía, lo que a su vez fortalece la gestión democrática de los territorios en que se actúa y conduce a promover el reconocimiento, la defensa y el disfrute de los derechos humanos. Entre las características inherentes a ellos se encuentra su integralidad e interdependencia lo que, manejado adecuadamente en los procesos de educación popular, permite a la comunidad participante comprender mejor la integralidad de los problemas que enfrenta y gestionar la complejidad implicada en la producción, mejoramiento y gestión de su hábitat. La comunidad organizada se constituye así en sujeto capaz de conducir sus propios procesos habitacionales y de promover la intervención coordinada de las instituciones.
La importancia de la politización en las prácticas relacionadas con el hábitat que se enfatiza en el texto, relaciona a las personas y a las comunidades con su entorno territorial y social, lo que acompañado de capacitación, reflexión y de acceso a información pertinente eleva el nivel de conciencia y la capacidad crítica de los participantes respecto a las causas que determinan su situación específica y la del contexto en el que se desenvuelven.
Todos estos factores interactúan, se complementan, contraponen y convergen en procesos que pueden alcanzar un alto potencial trans- formador, siempre y cuando seamos capaces de articularlos y de ponerlos todos en juego en base a una estrategia que de formación, capacitación y reflexión-acción que prevengan y faciliten su manejo. Abrir procesos que persiguen transformaciones de fondo en las prácticas sociales e institucionales puede enfrentar a los participantes y sus asesores a intereses, condicionantes y obstáculos legales, financieros y de toda índole que actúan a contracorriente. También puede generar contradicciones y conflictos a lo interno de las organizaciones sociales, de ahí la importancia de sustentar dichos procesos en programas de formación, capacitación y reflexión-acción que prevengan y faciliten su manejo.
La producción social del hábitat persigue no sólo satisfacer carencias habitacionales sino ser factor de crecimiento personal de los participantes, de organización comunitaria e integración social y de transformación del contexto social dentro de una perspectiva de largo plazo.
El trabajo de Guillermo Marzioni logra conjuntar todos estos factores en el análisis que realiza de algunos programas de mejoramiento del hábitat popular en Argentina y lo hace a partir de una matriz conformada por cuatro ejes que sintetizan los fundamentos de la Educación Popular: la relación opresores-oprimidos, el desarrollo del sujeto social, la construcción de conciencia crítica en los sujetos par- ticipantes y el encuentro dialógico de saberes.
En relación a estos ejes formula un conjunto de preguntas que aplica tanto a los habitantes mismos como a las instituciones del Estado y otros actores que intervienen desde afuera en apoyo o en la implementación de los programas. Todo ello con la finalidad de identificar el potencial liberador y transformador implicado en los criterios y prácticas de estos actores.
La pertinencia y profundidad de las preguntas que formula permiten no sólo realizar un análisis crítico de los programas y experiencias del contexto argentino sino que conforman un referente muy relevante para todos aquellos actores que buscan desarrollar proce- sos transformadores de producción, mejoramiento y gestión social del hábitat popular. Esto es, de acciones capaces de superar las con- diciones de marginación y opresión de quienes participan en ellos y de contribuir a la construcción de ese otro mundo posible por el que cada día más personas y colectivos luchan en el mundo.
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