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Bolivia

Bolivia. Estudio alerta sobre uso de agua residual en el agro


El uso de aguas residuales provenientes de centros urbanos es una costumbre común que conlleva riesgos para la salud humana y la productividad de las tierras. En siete departamentos de Bolivia hay 105 centros poblados, hasta con 50.000 personas, que realizan esta práctica. 

El empleo de las aguas residuales, tratadas o no, es una costumbre común en regiones áridas y semiáridas del país, ya que debido a la escasez, al difícil acceso y al incremento de la demanda del recurso, se constituye en una fuente suplementaria de agua, según un estudio del Programa de Desarrollo Agropecuario Sustentable (Proagro), que identificó este hábito en 105 centros poblados de 98 municipios del territorio nacional.

Este recurso es considerado “muy valioso” y una apreciable reserva líquida para la agricultura pues, a pesar de los efectos adversos que puedan tener a mediano y largo plazo en la degradación de suelos y la productividad agrícola (salinización y deposición de metales pesados), en el corto plazo el rendimiento de los cultivos es mayor por el alto contenido de nutrientes que contienen. 

“Sin embargo, el aspecto más preocupante del uso no controlado de aguas residuales con fines de riego está relacionado con impactos significativos sobre la salud humana, tanto de los agricultores usuarios de este tipo de aguas, como de los consumidores de productos cultivados con ellas”, señala el documento.

“Actualmente, existen 5.700 hectáreas bajo riego con agua residual sin tratar, principalmente en los valles, que comprenden los municipios de Sacaba, Cercado, Quillacollo, Colcapirhua, Sipe Sipe, Tiquipaya y Vinto, en Cochabamba. Pero también en el municipio de Mecapaca, en Río Abajo”, afirma Luis Guzmán, asesor técnico de Proagro.

El 17 de mayo de 2013, La Razón informó con base en una auditoría de la Controlaría General del Estado que los vegetales y hortalizas que se cultivan en Mecapaca (vecino de la ciudad de La Paz) “están contaminados” con arsénico, cromo, cobre y otros elementos tóxicos, además de microorganismos como la escherichia coli o la salmonella. Mecapaca abastece a la sede de gobierno de repollo, coliflor, brócoli, lechuga, betarraga, perejil e incluso tomate.

Riego. “Con el río de La Paz producimos betarraga, nabo, zanahoria, lechuga y también acelgas (...). Regando con estas (aguas residuales) las lechugas y acelgas tienen piojos, y si tuviéramos agua limpia no tendríamos esos bichos en las hortalizas, sería más limpio y más sano”, dice Susana Mamani, agricultora del lugar.

Según Proagro, que en su estudio no tomó en cuenta a Beni y Pando, estos impactos podrían ser minimizados mediante la implementación de mecanismos multibarreras que consideran riesgos aceptables basados en metas de salud. Dichos mecanismos tienen que ver con la implementación de plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR), métodos de aplicación de riego, restricción de cultivos, manejo de alimentos regados con aguas residuales domésticas (ARD) tratadas, y aplicación de inmunizaciones en algunos casos.

En los estudios realizados se estableció la presencia de PTAR en 74% de los casos. En el 26% restante existe el aprovechamiento de aguas residuales sin ningún tipo de tratamiento. A raíz de estos problemas, la Cooperación Triangular (Bolivia, Alemania y México) está trabajando conjuntamente con el Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA) para conseguir objetivos comunes con relación a este tema. La primera etapa de la propuesta fue el levantamiento de información sobre la situación actual del uso de agua residual en el país (el estudio de Proagro), la segunda tiene relación con la elaboración de una propuesta de lineamientos políticos, técnicos y sociales para “eliminar la contaminación” a través de la implementación de PTAR en un marco institucional.

El MMAyA “ha priorizado como estratégico el tema de uso (de aguas residuales) y ha conformado una comisión mixta de trabajo, que nos permita encarar una estrategia de uso de aguas tratadas para riego”, dijo respecto a la propuesta el viceministro de Recursos Hídricos y Riego, Carlos Ortuño, según el Programa de Desarrollo Agropecuario Sustentable.

Vacío legal al respecto No existe una ley específica que regule el uso de aguas residuales en la agricultura. Sí hay leyes sectoriales que determinan reglas de uso del agua. PTAR tienen problemas y reducida efectividad La mayor parte de las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) existentes en 105 centros poblados de Bolivia “no presentan resultados favorables o tienen una efectividad muy baja”, según un estudio del Programa de Desarrollo Agropecuario Sustentable (Proagro), que alertó sobre el uso de este tipo de aguas en la agricultura del país. De acuerdo con Proagro —programa ejecutado en Bolivia por la cooperación alemana (GIZ)—, en la investigación se encontró PTAR con diversas tecnologías de tratamiento, entre ellas lagunas de estabilización, tanques Imhoff, reactores anaeróbicos, filtros, tanques sépticos y humedales, además de sistemas mixtos como tanques o reactores con lagunas y también fosas, en el 74% de los casos analizados. El problema de la operación en las PTAR está, en su mayoría, vinculado al mantenimiento, a temas sociales, a la construcción del sistema y el tipo de tratamiento. Esta situación “tiene consecuencias en la salud” de la población, destaca el documento. El Plan Sectorial de Desarrollo de Saneamiento Básico 2011-2015 indica que “la escasez de agua para riego y la carencia de PTAR provocarían la intensificación del uso de aguas servidas altamente contaminadas y sin ningún tipo de tratamiento”. El 81% de las aguas para riego es de los ríos Solo el 19% de un total de 5.669 sistemas de riego localizados en siete departamentos del país (excluyendo Beni y Pando) tiene uso de aguas reguladas, la mayor parte depende de los ríos (81%), según datos del Inventario Nacional de Sistemas de Riego 2012. “Esto hace que en gran medida los sistemas de riego dependan de las condiciones climáticas imperantes en la zona”, cita el estudio Sistematización sobre tratamiento y reuso de aguas residuales del Programa de Desarrollo Agropecuario Sustentable (Proagro). RECURSOS. Muchas veces el riego artificial es complementario en aquellas áreas que tienen riego proveniente de precipitaciones pluviales. En la región occidental, las precipitaciones son escasas o cuando mucho medianas, caracterizando la zona como semiárida. Actualmente, debido a los efectos del cambio climático, las lluvias son más irregulares y las amenazas por sequía o por exceso de precipitaciones incrementan el riesgo sobre la producción agropecuaria, haciendo que las familias se sientan más vulnerables. “La competencia por agua de riego es cada vez mayor en estas zonas, en las cuales es ya difícil emplazar grandes obras regulatorias solo para abastecimiento de agua para las grandes ciudades o las ciudades intermedias”, según Proagro.     Más información...





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