EE.UU. admite que los TLC profundizarán su hegemonía en el mundo
Enero 1999
El discurso oficial de los gobiernos andinos que negocian Tratados de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos mantiene un argumento común: los acuerdos comerciales benefician más, y automáticamente, a los países pequeños debido a que éstos acceden a un mercado enorme. Sin embargo, más que salvavidas para las pequeñas economías latinoamericanas, los TLC se constituyen en herramientas eficaces para consolidar la hegemonía de Estados Unidos en el mundo, admiten las autoridades de la potencia del norte.
En la Trade Promotion Authority, el permiso del Congreso norteamericano para que el Ejecutivo negocie tratados comerciales, se señala textualmente que la suscripción de acuerdos comerciales constituye "un mecanismo para fortalecer su seguridad nacional y profundizar su hegemonía a nivel mundial. Los Acuerdos de Libre Comercio maximizan las oportunidades para sectores críticos y básicos para la economía de EEUU, como la tecnología de la información, telecomunicaciones y otras tecnologías líderes; industria básica, equipo de capital, equipo médico, servicios, agricultura, tecnología ambiental y propiedad intelectual". La Trade Promotion Authority añade que "El comercio creará nuevas oportunidades para que EE.UU. preserve su fortaleza sin contrapesos en asuntos económicos, políticos y militares".
Aunque es la primera potencia mundial, Estados Unidos tiene un serio problema con sus déficits comerciales y presupuestales e intenta revertir esa situación aplicando una estrategia estrechamente vinculada con los TLC. Esa política consiste en mantener el dólar devaluado para poder exportar lo más posible (y revertir su déficit comercial); abrir mercados externos para sus productos (aunque estén subsidiados, como los agrícolas) y buscar protección frente a la "invasión china" en productos manufacturados. Con los TLC con países pequeños, Estados Unidos busca obtener ventajas que le son negadas en foros más grandes como los de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El presidente George W. Bush sabe que el sector agrícola de su país es fundamental en esta estrategia y por eso excluye de los TLC aspectos fundamentales en el tema de agricultura. Hace poco nombró a Carlos Gutiérrez, presidente de la Kellog (Corn Flakes), como nuevo Ministro de Comercio. Gutiérrez está ligado a los grandes productores agrícolas, que son los que reciben más subsidios (maíz y azúcar), y su principal tarea es recortar el gigantesco déficit comercial impulsando todo tipo de exportaciones para detener la pérdida de empleos industriales.
El recientemente nombrado Ministro de Agricultura Mike Johanns (ex lechero de Iowa), conocido como conservador, deberá renegociar los subsidios directos al productor que vencen en 2006. Su principal objetivo es abrir mercados externos para productos agrícolas subsidiados, comenzando con el de Japón y continuando con los demás mercados, grandes o pequeños.
Para la dura batalla en la OMC con la Unión Europea y Japón, y para la negociación de los TLC con los países andinos, Gutiérrez elegirá a un nuevo Jefe de Comercio que reemplace a Robert Zoellick. Con seguridad, el elegido será alguien que "piense y actúe como Gutiérrez", adelantaron en Washington.
Las debilidades del discurso andino
Planteado así el escenario real de negociación, el discurso oficial de los países andinos no sólo sobredimensiona los TLCs sino que les atribuye ventajas cuasi inexistentes. La práctica real confirma que no basta con la reducción de aranceles y cuotas para acceder al exigente mercado norteamericano, que impone restricciones sanitarias y fitosanitarias, además del antidumping.
Además, el aumento de la oferta exportable no depende de la apertura de mercados sino de las mejoras que hagan los países en productividad, calificación de la fuerza laboral, tecnología y apoyo financiero.
Los gobiernos de la región insisten en que los TLC son solo acuerdos de libre comercio. Pero, estos tratados definen un nuevo rol del Estado en la economía, atentan contra la instauración de proyectos de desarrollo nacionales y autónomos; amplían el concepto de propiedad intelectual hasta los seres vivos y condenan a la extinción a la agricultura tradicional.
Los TLC consolidan las políticas económicas de apertura y desregulación aplicadas durante los noventa que engendraron exclusión social; pérdida del capital humano, a través del desempleo y la alta migración; y el debilitamiento extremo de la democracia en la región. Pues para los TLC no existen agendas de fomento social, de infraestructura ni de apoyo financiero que compensen las desigualdades de los socios.
En un detalle más se equivocan los países de la región, como Perú, al desear firmar el TLC hasta el 28 de julio de 2005. Como Bush tiene mayoría en las dos cámaras legislativas, la negociación del TLC con los países andinos ya no tiene ninguna razón de "apurarse" para acogerse al "fast track" vigente, que vence en junio de este año. El "fast track"se renueva automáticamente si el Ejecutivo pide una ampliación hasta el 2007 y se descuenta que los republicanos otorgarán al Presidente dos años más para que prosigan las negociaciones en la OMC, el ALCA y varios TLC.
Con datos del diario La República de Perú.
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