Brasil. Desalojo de 5 mil sin techo termina en fuerte enfrentamiento
Brasil, Abril 2014
La policía de Brasil desalojó a 5 mil personas sin techo que ocupaban de manera ilegal desde hace 11 días un edificio abandonado en Engenho Novo, en la zona norte de Río de Janeiro, a pocos kilómetros del estadio Maracaná, con saldo de al menos 12 heridos. Al amanecer unos mil 600 agentes llegaron al inmueble para cumplir la orden judicial de desalojo solicitada por la empresa telefónica Oi, propietaria del edificio.
Al comienzo la desocupación se realizó con tranquilidad, pero después la situación se complicó y algunas personas que se resistían a abandonar el lugar se enfrentaron a la policía lanzándoles piedras y botellas. Además incendiaron partes del inmueble y un autobús, en tanto que vehículos de las televisoras locales fueron atacados.
Los agentes respondieron con gas lacrimógeno, granadas de aturdimiento y disparos de balas de goma para dispersar a las familias. Durante los enfrentamientos cinco agentes, tres niños y otras cuatro personas, entre embarazadas y ancianos, resultaron heridos y fueron trasladadas a hospitales cercanos.
En el desalojo de la construcción, abandonada desde más de 10 años, participaron helicópteros policiales, mientras grúas y tractores demolían algunas cuartos de madera levantados alrededor del edificio.
Esto es lo que pasa en la copa, gritaron personas que habitaban el inmueble abandonado, en alusión al Mundial de Futbol que tendrá lugar en Brasil en 60 días.
El coordinador del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MST), Guillermo Simões, calificó de barbariela acción de la policía militar, debido a que los agentes ejercieron una violencia inadmisible durante el desalojo.
Lo que pasa aquí es gravísimo. El trato al pueblo de Río de Janeiro es difícil de aceptar. Estamos viendo una verdadera masacre, la policía militar entró y rompió todo, acusó.
El portavoz policial Claudio Costa dijo a Globo Tv que fueron arrestadas más de 20 personas, algunos por atacar a los agentes y otros por tratar de saquear un supermercado y tiendas de los vecindarios cercanos.
La Jornada
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